El científico norteamericano Daniel Goleman inició con sus estudios sobre lo que él denominó “Inteligencia Emocional” una revolución a la forma en que vemos el desarrollo de los individuos y sus oportunidades de éxito personal y laboral. Además de iniciar una revolución en el mundo de la educación y de la selección de personal, Goldman señala la renovada importancia de identificar y administrar el flujo emocional de los individuos.
Esta teoría sostiene que, a diferencia de la forma tradicional de pensar, el exitoso desempeño del individuo no puede pronosticarse en base a los éxitos y rendimientos académicos obtenidos en su formación. Se señala que un mejor indicador del éxito ha sido la forma en que administra y reacciona al torrente de emociones que constantemente experimenta la persona, y la forma en que éstas afectan (positiva o negativamente) las interacciones con las personas cercanas.
A pesar de que el concepto de inteligencia emocional ha evolucionado en los últimos años, en un sentido amplio se le puede definir como la habilidad de evaluar, percibir y manejar las emociones propias y de otras personas. Los estudios se enfocan en varias emociones específicas que se han utilizado para determinar un “coeficiente emocional” o CE.
Goleman agrupó estas emociones en cuatro grupos que llamó competencias emocionales: